Y ahora, ¿qué? Tras el alivio de haber frenado la victoria de la extrema derecha en Francia el domingo, relegada a un inesperado tercer lugar, los franceses se han levantado este lunes con la incógnita de quién formará el nuevo Gobierno que dirija los asuntos diarios del país. Y la de cuándo estará listo ese Gabinete. Unas dudas que no saben responder por el momento ni los propios responsables políticos, ante el panorama inédito de fuerzas casi igualadas —con una ventaja de la izquierda insuficiente por sí sola— que ha resultado de las elecciones legislativas y que aboca a un Gobierno de coalición sin precedentes en la historia reciente del país.

El primer ministro saliente, Gabriel Attal, ha presentado este lunes por la mañana su dimisión, tal como adelantó la noche del domingo tras conocer los resultados. Pero como era previsible, el presidente, Emmanuel Macron, le ha pedido que permanezca “por el momento” para “asegurar la estabilidad del país”, ha confirmado el Elíseo.

Ya la noche del domingo, Macron, que esta semana debe participar en la cumbre de la OTAN en Washington —donde coincidirá con buena parte de líderes europeos que han seguido de cerca la inédita situación gala— había dicho que no apresuraría los tiempos. “Conforme a la tradición republicana, esperará a la estructuración de la nueva Asamblea Nacional para tomar las decisiones necesarias”, adelantó el Elíseo.

Aunque esta decisión permitirá a todos ganar tiempo, el panorama sigue presentándose complicado en un país sin tradición alguna de gobernar en coalición, como sí sucede en otros países como Alemania, cuyo ejemplo se analiza ahora al detalle en muchos despachos de París.

El bloque de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) se confirma como fuerza más votada con 182 diputados, un resultado muy celebrado porque nadie se lo esperaba, pero que no le permitirá gobernar por sí solo. Tampoco los partidos macronistas, pese a haber salvado los muebles con 168 diputados, pueden aspirar a formar de nuevo un Gobierno de forma individual, ni siquiera si lograran convencer a los conservadores de Los Republicanos (LR) para que unan sus 45 diputados a su proyecto.

Un panorama que lo único que deja claro es que, si la izquierda quiere gobernar —y sus líderes ya han declarado que esperan que Macron les llame los primeros para pedirles que propongan un nombre para primer ministro— necesitará al menos a parte del macronismo.

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El bloque centrista también ha dejado claro por su parte que no aceptará una coalición en la que esté la izquierda radical del partido de Jean-Luc Mélenchon, Francia Insumisa (LFI), formación que a su vez descarta cualquier alianza más allá del NFP y que insiste en que se debe aplicar su programa sin cambios. Un programa calificado durante la campaña como “extremista” y “peligroso” por el macronismo, que rechaza de plano demandas de la izquierda como aumentar el salario mínimo a los 1.600 euros, volver a imponer altos impuestos a los más ricos o derogar la reforma de pensiones que el Gobierno de Macron tuvo que imponer por decreto tras meses de protestas callejeras.

Incertidumbre

Incluso la elección de un nombre consensuado desde la izquierda como jefe (o jefa) de Gobierno se vaticina complejo: aunque los resultados de las elecciones legislativas del domingo han confirmado el “reequilibrio” de fuerzas en el seno de la izquierda, con un Partido Socialista que ha duplicado sus escaños hasta los 68, LFI sigue siendo la formación con más diputados, hasta 79. Algo que hace difícil al resto del NFP, aunque juntos sumen más escaños que los insumisos, ignorar a ese partido. “Los que nos explican que quieren hacer una mayoría sin LFI no han tenido los mismos profesores de matemáticas que yo. No veo cómo eso sería posible”, ha dicho la líder de los ecologistas, Marine Tondelier.

Durante toda la campaña, la cuestión de quién sería propuesto como primer ministro o ministra si ganara la izquierda fue aplazada hasta después de las elecciones. El momento ha llegado y sigue sin haber claridad.

Tanto el líder del Partido Socialista, Olivier Faure, como Tondelier han indicado en sendas entrevistas este lunes que buscarán proponer un nombre “esta semana”. Según la ecologista, los dirigentes del NFP se reunieron ya dos veces la pasada noche y continuarán sus reuniones en esta jornada. Aun así, ha reconocido que “no va a ser fácil” consensuar un nombre.

Pese al rechazo firme durante toda la campaña de las demás formaciones de la alianza (PS, ecologistas y Partido Comunista) a la idea de que Mélenchon sea propuesto como primer ministro, la diputada insumisa Mathilde Panot ha vuelto a agitar las aguas internas al asegurar que el líder de LFI “no está en absoluto descalificado” para el puesto. Máximos responsables de las otras formaciones han insistido en que se necesita una figura “de consenso” que “pueda dialogar con el exterior”, unas características que no reúne Mélenchon. “Él no es el líder del NFP”, ha zanjado también Yannick Jadot, senador y antiguo líder ecologista, con un fuerte peso en su partido hasta hoy. Su sucesora Tondelier ha indicado por su parte que la persona elegida puede salir tanto de las filas de los partidos aliados como “alguien de fuera”, incluso una personalidad de la sociedad civil. La partida no ha hecho más que comenzar.

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