El viaje de Francia en la Eurocopa de Alemania ha discurrido entremezclado con una campaña electoral en su país en la que la extrema derecha se asomó a la victoria con postulados que atacaban de manera directa al corazón de un equipo que ha hecho de la multiculturalidad una seña de identidad. Tampoco es la primera vez que los futbolistas franceses deciden enfrentarse a la familia Le Pen: lo hizo Didier Deschamps en los 90 con Jean-Marie, el fundador del Frente Nacional, y Zinedine Zidane hace siete años con su hija y sucesora, Marine.
Y ahora otra vez. Desde el comienzo de su estancia en el campamento de Paderborn. Al día siguiente, el 10 de junio, Emmanuel Macron adelantó las elecciones después de la victoria de la extrema derecha en los comicios europeos del día anterior. La cuestión entraba y salía de las comparecencias y las preocupaciones del técnico y de los futbolistas, algunos tan comprometidos como Jules Koundé, que el domingo por la noche respiró después de conocer las estimaciones de las primeras encuestas de la segunda vuelta de las legislativas: “El alivio es igual que la preocupación de las últimas semanas, es inmenso. Felicidades a todo el pueblo francés que se movilizó para que este hermoso país que es Francia no se viera gobernado por la extrema derecha”, escribió en X.
Le soulagement est à la hauteur de l’inquiétude de ces dernières semaines, il est immense.
Félicitations à tous les Français qui se sont mobilisés pour que ce beau pays qu’est la France ne se retrouve pas gouverné par l’extrême droite. 🙏🏾🇫🇷— Jules Kounde (@jkeey4) July 7, 2024
No fue el único con esa sensación según contó ayer Adrien Rabiot sobre cómo había seguido el grupo el día anterior los resultados de la segunda vuelta después de que en la primera se hubiera impuesto la extrema derecha: “Algunos jugadores han estado bastante activos en las redes sociales. Hemos hablado, y creo que hay mucha gente que se ha sentido aliviada después de los resultados”.
Por ejemplo, Aurélien Tchouameni que celebró el desenlace en X: “La victoria del Pueblo”, un mensaje que recibió respuestas de apoyo y también ataques racistas, muchos de ellos en español. O Dembélé, que publicó dos imágenes en Instagram: una foto suya sonriente y el gráfico de los primeros sondeos. O Marcus Thuram: “Felicidades a los que han respondido frente al peligro que planeaba sobre nuestro bello país. Viva la diversidad, viva la república, viva Francia. La lucha continúa”.
La había comenzado Kylian Mbappé antes del debut de Francia, dos semanas antes de la primera vuelta. El flamante jugador del Real Madrid provocó un gran impacto: “Estoy en contra de los extremos, los que dividen. Hay jóvenes que se abstienen, quiero hacerles llegar este mensaje. Su voz sí cambia las cosas. Quiero estar orgulloso de defender a un país que representa mis valores. Esto es más importante que el partido de mañana”.
Su mensaje seguía el hilo de otro de Zidane en 2017, cuando ya como entrenador del Madrid usó los mismos términos contra Marine Le Pen, algo que ya había hecho en 2002: había que evitar las ideas del Frente Nacional y asumir que “los extremos nunca son buenos”. ZZ, de padres argelinos, se había proclamado campeón del mundo en 1998 con una selección que hizo bandera de la multiculturalidad. El capitán era Deschamps, que se enfrentó a Le Pen padre cuando atacó por no cantar el himno a varios jugadores de familias inmigrantes.
Se lo recordaron en medio de este incierto proceso electoral: “Lo hice porque atacaron directamente a los jugadores, y como capitán no podía permitirlo. Nosotros representamos la mezcla, la solidaridad, la unión, la diversidad”. Rabiot, de raíces francesas, mostró ayer algo más de distancia: “Los deportes y la política no siempre mezclan bien. Hay mañana una semifinal y tenemos que dejar de lado la política. Era importante que los franceses fueran a votar, y han ido casi más que nunca. Veremos lo que depara el futuro”.
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