Entre las jornadas del viernes y el sábado, Wimbledon nos dio la satisfacción de ver a tres de nuestros representantes, Paula Badosa, Roberto Bautista y Carlos Alcaraz, clasificarse para la segunda semana del Grand Slam británico. Este alivio sólo llega después de unos primeros siete días en los que la convivencia de tantos contendientes no hace sino aumentar un poco las vicisitudes propias de la competición. Son más de 300 los jugadores —128 del cuadro masculino, 128 del femenino, más los doblistas que no compiten de manera individual— los que deben compartir las instalaciones del All England, que a pesar de ser uno de los clubes más grandes del circuito profesional tiene sus magníficas instalaciones abarrotadas en todo momento.

Los tenistas tienen que sortear ciertos problemas para acceder a los comedores o a la hora de organizar sus entrenamientos diarios. La dificultad de planificar las reservas de las pistas supone un esfuerzo organizativo considerable que en muchas ocasiones se ve afectado por la constante lluvia que se sufre en Reino Unido. A partir de la segunda semana, en cambio, casi dos tercios de los jugadores ya han tenido que abandonar el club y la sensación de los que han logrado sobrevivir es, por consiguiente, mucho más relajada. Por fin, pueden gozar de más espacio y de mayor sosiego en todos sus movimientos, tener acceso a las pistas de entrenamiento con más tranquilidad y disfrutar de los elegantes y cuidados vestuarios revestidos en su totalidad de una noble madera oscura que, por fin, dejan de estar saturados.

En su partido de dieciseisavos de final, Alcaraz demostró, una vez más, la pasta de campeón de la que está hecho al anotarse el quinto set en un difícil partido contra Frances Tiafoe. El jugador español consiguió así un récord difícil de igualar. De los últimos 13 partidos que ha disputado a cinco sets, 12 han acabado con victoria por su parte. Este hecho, lejos de ser un curioso dato banal, lo que nos demuestra es que en los partidos largos él mantiene la voluntad y la capacidad de sufrimiento necesarios para ganar este tipo de choques que se producen, invariablemente, contra rivales de muy alto nivel.

Después de verse con dos sets a uno abajo, y de superar el cuarto en el tie-break, Carlos consiguió desplegar su mejor versión para desempatar el marcador en el quinto con holgada comodidad. Consiguió jugar con mayor agresividad que su rival y llevar a éste a la pérdida de la inquebrantable fe que había mantenido durante los cuatro parciales anteriores.

Mención aparte merecen los otros dos supervivientes españoles que han logrado sus pases después de sendas épocas de inactividad y sufrimiento. Bautista, por quien siento gran aprecio y admiración, por su lucha férrea y por su máxima corrección en la pista, ha pasado una larga temporada de problemas físicos que no le han impedido, sin embargo, mantener la ilusión y la perseverancia a pesar de las dificultades que devienen de la pérdida del ranking. Como ha manifestado él mismo esta semana, él sigue enamorado de este deporte y, sobre todo, fuertemente estimulado por seguir entrenando y aprendiendo. No puedo sentir más que una gran alegría por su acceso a esta segunda fase.

En cuanto a Badosa, y leyendo sus declaraciones posteriores a su victoria contra Daria Kasatkina, la 12ª del mundo, uno llega a entender un poco más el bajón que ha sufrido en los últimos tiempos en su carrera. A veces los espectadores desconocemos la realidad por la que pasan los jugadores y nos sorprendemos cuando una tenista de la calidad de Paula, que llegó a estar clasificada en la segunda posición mundial en 2022, pudiera llegar a retroceder hasta la posición 100ª un año más tarde. Conocedor ahora del calvario por el que ha pasado, uno se hace a la idea de la inmensa angustia que ha tenido que sobrellevar. Esos 10 meses con fuertes dolores de espalda, viendo los torneos desde su casa, con una incesante incertidumbre y con su moral golpeada de manera permanente, deben haber sido realmente difíciles.

Victorias como las de esta semana le darán un fuerte empuje para encarar los meses siguientes de competición y, a buen seguro, si las lesiones la respetan, la veremos otra vez no muy lejos del lugar donde debería estar.

Hace unos meses, el poeta mallorquín José Carlos Llop mencionó en un diálogo con Arturo Pérez Reverte en la RAE, al que tuve la suerte de asistir, la célebre frase de San Agustín que reza así: “Es malo sufrir; es muy bueno haber sufrido”. Con la convicción de que esto es así, uno desea que Bautista y Badosa, con un poco de suerte, disfruten las bondades que devienen después de las épocas más oscuras.

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