Marc Márquez no está teniendo el fin de semana que tanto anhelaba para poder cortar su notable sequía de victorias llegados a su circuito talismán, Sachsenring. Para romper su mala racha, avisaba en la previa, necesitaba cuadrar todas las sesiones y rozar la perfección como los dos puntales del campeonato, Jorge Martín y Pecco Bagnaia. Efectivamente, el madrileño del Pramac lo hizo todo bien en un sábado donde firmó una nueva pole de récord y otra victoria al sprint, superando a la Aprilia satélite de Miguel Oliveira y marcando terreno sobre el defensor de la corona, cuarto en parrilla y tercero en línea de meta. Al rey del GP de Alemania, en cambio, le salió todo del revés.
Con 10 primeras plazas y 11 victorias a lo largo de su trayectoria en el trazado sajón, Márquez tuvo que conformarse con la 13ª en parrilla y una remontada hasta la sexta plaza en la carrera corta después de otro día plagado de fatalidades. “Ya lo dije el jueves, si hacía un fin de semana perfecto podría estar con los de delante, y ha sido desastroso, el peor del año. Han salido todos los problemas posibles y hemos tenido toda la mala suerte del mundo”, lamentaba el piloto de Cervera en Dazn.
Nada más salir a pista en la sesión libre previa a la clasificatoria, tuvo que volver al garaje porque el manillar de su Ducati no estaba bien calibrado, probablemente consecuencia del trompazo que sufrió el viernes y que terminó con el catalán en el centro médico del circuito. Aunque insistió con la misma máquina tras las reparaciones pertinentes de los mecánicos del Gresini, durante la primera tanda de clasificación dijo basta y pidió cambiar a la segunda moto cuando quedaban pocos minutos para intentar el cronómetro. Márquez se la jugó entonces a una sola carta y le salió rana.
En la segunda curva de su vuelta rápida, se encontró con varios pilotos rodando lentos y su excompañero y probador en Honda, Stefan Bradl, se cruzó en medio de su trayectoria, obligándole a abortar su intento de pasar a la lucha por la pole position. El 93 se encendió de lo lindo y le pidió explicaciones al convidado de piedra, aunque luego reconoció que el percance era una posibilidad en el revirado y corto trazado alemán. “Es un circuito pequeño, son cosas que pasan”, se resignaba antes de salvar los muebles durante una sprint en la que desplegó toda su magia a pesar de los dolores en la zona costal y la fractura en la primera falange del dedo índice de la mano izquierda.
Las lesiones cosechadas el viernes no parecieron molestar en demasía al octocampeón del mundo, aunque tanto el mazazo en la primera jornada como la mala suerte en la clasificatoria terminaron de hundir sus planes para intentar replicar el ritmo de los referentes del certamen. La remontada hasta la sexta plaza, que redondeó con un adelantamiento en la última curva y superando en meta por tres milésimas a Maverick Viñales, incluyó una de sus salvadas marca de la casa en la primera curva. Cuando ya estaba en el suelo, sacó la rodilla derecha y enderezó la Ducati para evitar la caída. Ahí estaba su magia intacta, si bien los milagros son esquivos en la MotoGP de hoy en día, y más en el formato sprint de los sábados.
Este domingo (14:00h, Dazn), solo un milagro, precisamente, evitará que termine la racha de imbatibilidad de Márquez en los domingos de Sachsenring. Si no hay victoria, el español se irá al parón veraniego sabiendo que su sequía ganadora superará los 1.000 días, por mucho que tenga motivos de sobra para ser optimista y creer que el alirón llegará antes o después en el futuro. Él, a pesar de otro día de perros en el que fue su jardín de casa durante sus años dorados, se lo toma con calma. “Vamos a buscar una buena salida e ir hacia adelante, pero sin volvernos locos. Se llega donde se llega”, constataba.
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