España tiene más altos contribuyentes que nunca. En 2022, gracias a la evolución positiva de los beneficios empresariales y a la buena marcha de la economía y del empleo, las personas con unos ingresos anuales superiores a los 601.000 euros crecieron un 25% respecto al ejercicio previo, hasta rozar los 15.200 individuos. Es, de lejos, la mayor cantidad en la serie de la Agencia Tributaria que analiza la evolución del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), actualizada este lunes por el organismo. El anterior récord se registró en 2021 con 12.178 ciudadanos que entraban en este selecto club, pero esta cifra solo estaba ligeramente por encima de la del año 2019, antes de la crisis sanitaria y económica. Los datos de Hacienda, que se publican con dos años de decalaje y corresponden a la liquidación que se produjo en la campaña de la Renta del año pasado, dan cuenta, por lo tanto, del buen momento que viven las grandes rentas del país. De hecho, son el grupo que, en proporción, más miembros gana.

La estadística recoge información proveniente de las rentas del trabajo, pero también de otras fuentes como la inversión, las actividades económicas o los rendimientos inmobiliarios. A partir de aquí, la Agencia Tributaria agrupa a todos los declarantes en 10 tramos de ingresos, siempre en función de la base imponible. El segmento en el que se ubican aquellos que ganan más de 601.000 euros es, con diferencia, el que más crece, ya que su avance, del 24,7%, se sitúa muy por encima del que engloba a quienes oscilan entre los 150.000 y los 601.000 euros anuales (sus integrantes aumentan un 17,2% anual) y del que agrupa a los que se mueven entre los 60.000 y los 150.000 euros (14,5%). Las rentas bajas y medias crecen a ritmos más suaves, mientras que las más pobres pierden representación: es decir, hay menos personas que un año antes en la parte más castigada de la tabla. En 2022, el salario mínimo interprofesional superó por primera vez la barrera de los 1.000 euros mensuales en 14 pagas. Además, las pensiones se revalorizaron un 8,5%. En términos generales, el número total de declarantes rozó los 22,9 millones de personas, una subida del 3,8%.

De todos ellos, más de la mitad —unos 12,8 millones de personas— declararon ingresos bajos, inferiores a los 21.000 euros anuales. A partir de esta franja, cuatro millones oscilaron entre 21.000 y 30.000 euros; 4,8 millones, entre los 30.000 y los 60.000; un millón declaró entre 60.000 y 150.000; y 144.630 personas ganaron entre 150.000 y 601.000 euros. Es decir, pese al avance histórico, el grupo de superricos supuso únicamente el 0,07% del total de declarantes.

En la buena marcha de los perfiles más acaudalados influye enormemente la composición de los ingresos. A diferencia de lo que sucede con las rentas bajas y medias, que en esencia suelen vivir de su trabajo, los más ricos complementan estos rendimientos con todos aquellos ingresos que se engloban en las rentas del capital y el ahorro, compuestas principalmente por acciones, dividendos, intereses y otro tipo de plusvalías que por lo general están ligadas al mercado y a la evolución bursátil.

Si se analiza el peso de los rendimientos del trabajo en cada uno de los tramos de ingresos, este indicador se sitúa en todos ellos en un valor cercano al umbral. Así, por ejemplo, los contribuyentes que se mueven entre los 12.000 y los 21.000 euros al año declaran, de media, unos 16.500 euros provenientes del trabajo. Entre los 30.000 y los 60.000 euros, la declaración media roza los 37.000 euros. A partir de los 601.000 euros, la cifra media es de 615.800 euros. Sin embargo, si se analiza únicamente el capital mobiliario —donde entran, por ejemplo, los depósitos bancarios o los dividendos por acciones— el dibujo cambia por completo. En este caso, por debajo de los 60.000 euros anuales, los contribuyentes obtienen de media unos pocos cientos de euros a través de esta vía, pero en los ultrarricos el valor de la inversión alcanza los 426.000 euros anuales por cabeza. En 2022, pese a la crisis inflacionista y energética, las empresas del Ibex anotaron unos ingresos brutos de 596.692 millones de euros, con un resultado neto de 51.895 millones que convirtió al ejercicio en el segundo mejor de la serie histórica y contribuyó a engordar los ingresos de los más pudientes.

Por territorios, la mayor parte de los altos contribuyentes se sitúa en la Comunidad de Madrid, donde hay 18 personas de más de 601.000 euros por cada 10.000 declarantes. En total, allí residen algo más de 6.500 ricos (el 43% de todo el país, exceptuando País Vasco y Navarra por tener sistemas forales propios) que pagan, de media, 237.383 euros al año, una caída de unos 4.000 euros respecto al ejercicio previo que se explica por las rebajas autonómicas en el IRPF. Después de la región de la capital se encuentran Cataluña, con 3.365 altos perfiles, y Comunidad Valenciana, con 1.251 contribuyentes acaudalados. Extremadura, Cantabria, Asturias y las dos Castillas son los territorios con menor proporción: menos de dos por cada 10 declarantes.

La estadística de la Agencia Tributaria también ofrece una mirada sobre las rentas medias por tipo de actividad económica. Todas ellas, esencialmente las de los asalariados y la mayor parte de los autónomos, aumentan de un año a otro. Por un lado, los rendimientos declarados de los empleados se situaron, de media, en los 24.785 euros, un récord histórico que sigue la estela de recuperación del mercado laboral iniciada tras la pandemia. Por otro, los trabajadores por cuenta propia en estimación directa declararon un récord de 18.728 euros. Sin embargo, los autónomos que tributan por módulos registraron una caída tras el tirón anotado un año antes. En 2022 declararon 9.148 euros de media.

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