Como era de esperar, el tema del aborto fue uno de los asuntos más polémicos discutidos en el debate presidencial que el candidato demócrata, Joe Biden, y el candidato republicano, Donald Trump, han protagonizado este jueves. La pregunta, planteada en los primeros minutos del encuentro, fue dirigida primero a Trump, quien dijo que si fuera elegido presidente no vetaría la píldora abortiva, y respetaría la resolución del Tribunal Supremo. A comienzos de este mes, la Corte falló a favor de mantener el acceso a la mifespristona, un medicamento al que las mujeres han tenido acceso durante más de dos décadas y que se utilizó en el 63% de todos los abortos en Estados Unidos el año pasado.

El expresidente, que en los últimos meses ha evitado pronunciarse sobre un asunto tan controvertido incluso entre los republicanos, reiteró en el debate que deben ser los Estados los que legislen sobre el derecho al aborto. Trump, que en todo momento se refirió al feto como “bebé y niño”, se mostró muy orgulloso de haber nombrado a los tres jueces conservadores del Tribunal Supremo que tumbaron la histórica sentencia de ‘Roe contra Wade’, que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto.

La decisión del máximo tribunal, hace dos años, dejó esa competencia en manos de los Estados. Al menos 25 millones de mujeres viven ahora en territorios con restricciones al aborto y enfrentan grandes dificultades para someterse a una intervención. Las que pueden, optan por viajar a otros Estados para realizarlo. Pero no todas tienen las condiciones familiares ni económicas para hacerlo.

“Los Estados están votando y, en muchos casos, es francamente una decisión muy liberal. En muchos casos es lo contrario, pero están votando y esto vuelve al voto del pueblo, que es lo que todos querían, incluidos los fundadores”, aseguró el exmandatario, quien añadió que eso sería lo que querrían tanto los “padres fundadores” del país como el expresidente Ronald Reagan. “Muchos presidentes habían intentado recuperarlo. Yo fui quien lo hizo”, se vanaglorió, atribuyéndose una decisión tomada por el Tribunal Supremo.

En esta sección, el expresidente también echó mano de un bulo que ha circulado en los sectores conservadores al decir que hay defensores del aborto que “le quitarán la vida a un niño en el octavo mes, en el noveno mes, e incluso después del nacimiento”. Y se mostró a favor de las interrupción del embarazo en tres excepciones: violación, incesto y peligro de la vida de la madre.

Biden, por su parte, prometió que, si es reelegido, implantará de nuevo el derecho al aborto contemplado en la sentencia del caso de Roe v. Wade, que por más de medio siglo aseguró a las mujeres los derechos reproductivos. El demócrata criticó que sean los Estados quienes estén legislando sobre un asunto que debería ser de competencia federal para asegurar que todas las mujeres del país tienen las mismas posibilidades de acceder a la interrupción del embarazo. “La idea de que los Estados puedan hacer esto es como decir que vamos a devolver los derechos civiles a los Estados. Pero cada Estado tiene una regla diferente”, protestó.

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Protagonismo en la campaña demócrata

Los derechos reproductivos han sido clave en la campaña y las posturas opuestas de demócratas y republicanos van a determinar buena parte de los votos en las elecciones presidenciales de noviembre, sobre todo los del electorado femenino.

Mientras que Biden ha apostado desde el principio por apoyar los derechos reproductivos de las mujeres y por culpar a Trump de la pérdida de estos mismos, el expresidente ha oscilado en sus declaraciones sin llegar a concretar su posición. En abril pasado, durante una rueda de prensa en Atlanta, Trump dijo que no firmaría una prohibición nacional del aborto si fuera elegido presidente, revirtiendo una promesa que había hecho en el pasado. En cambio, ha preferido no implicarse demasiado y apoyar que sean los Estados quienes lo legislen.

Los demócratas han apostado más fuerte por este tema para ganar votos y aprovecharon el segundo aniversario del fallo del Tribunal Supremo que propició la prohibición del aborto en gran parte del país para lanzar una campaña sobre el asunto. El lunes pasado presentaron el anuncio Acciones Criminales, en el que aparece Kaitlyn Joshua, la mujer que fue rechazada en dos salas de emergencia de Luisiana mientras sufría un aborto espontáneo. Los cambios legislativos de este Estado del sur propiciaron que los médicos no le brindaran la ayuda, a pesar de la emergencia en la que se encontraba, por temor a ser procesados.

El anuncio es parte de una campaña que incluirá 50 eventos en torno a la decisión del alto tribunal. En un fallo sobre el caso Dobbs v. Jackson, la Corte Suprema anuló la sentencia del caso Roe v. Wade, que desde 1973 garantizaba a las mujeres el derecho al aborto en todo el país. El fallo devolvió a los Estados la potestad de legislar sobre el asunto. La nueva campaña denuncia que, como consecuencia del primer mandato de Trump, que fue quien facilitó una mayoría conservadora en el tribunal, 21 Estados han aprobado restricciones al aborto, en muchos casos tan estrictas que no hay excepciones ni por violación o incesto.

La vicepresidenta, Kamala Harris, ha protagonizado la campaña demócrata a favor del aborto, adoptando el papel de abanderada de los derechos reproductivos en la mayoría de sus apariciones públicas. “En el caso del robo de la libertad reproductiva de las mujeres de Estados Unidos, Donald Trump es culpable”, dijo el lunes pasado.

Pero pese a haber presumido abiertamente de que los jueces del Supremo que él nombró tumbaron el derecho al aborto, el temor de que una posición tan dura como la que ya había defendido de prohibirlo completamente le reste votos, ha llevado al republicano a abstenerse de apoyar una medida tan controvertida durante la campaña.

Según una encuesta de Pew Research publicada en mayo, un 63% de la población se muestra a favor de apoyar la legalización del aborto en todos o la mayoría de los casos, mientras que un 36% prefiere prohibirlo.

Esta semana, una nueva sentencia del Supremo sobre el aborto saltó a las noticias. Filtrada a los medios por error antes de tiempo, la decisión permite abortar a las mujeres del Estado de Idaho en las salas de emergencia de los hospitales. El jueves, la Corte Suprema confirmó la sentencia sobre el caso Moyle contra Estados Unidos, por seis votos a favor (de las tres jueces liberales y de tres de los seis conservadores), y tres en contra. El tribunal argumenta que no debía haber aceptado el caso y remite al fallo de una instancia inferior que permitió la interrupción de embarazos en casos de urgencia sanitaria. El conservador Samuel Alito, redactor del fallo en el caso Dobbs v. Jackson que anuló a Roe v. Wade, no estuvo de acuerdo con la decisión, al igual que los jueces Neil Gorsuch y Clarence Thomas.

La Corte Suprema se hizo cargo del caso de Idaho después de que la administración Biden presentara una demanda para permitir abortos en casos de emergencia en los que la salud de la mujer estuviera en grave riesgo. Sin embargo, el fallo del Supremo no responde preguntas clave sobre si los médicos pueden realizar abortos de emergencia en otros lugares, una cuestión importante ya que la mayoría de los Estados controlados por los republicanos ha tomado medidas para impedir el procedimiento.

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