Con un golazo de Cavani, Boca le ganó a Vélez con mucho sufrimiento

Cada vez que gana este Boca hay algo que se repite: momentos de buen juego, expulsiones innecesarias y muchos pasajes de zozobra y desconcierto. Cada triunfo trae un sufrimiento prolongado, como si el pueblo bostero tuviera que pagar doble por cada satisfacción.  

Hay otra cosa que se repite: una banda izquierda, la que componen Zenón y Blanco, que acelera y que brilla mucho más que el resto. Es una diferencia que a veces expone demasiado esas dos caras. Lo que está bien y lo que no termina de estar. Eso pasó en el primer tiempo, pero es lo que pasa bastante seguido, y es uno de los aspectos que caracterizan a esta versión que dirige Diego Martínez.

No es que el medio o el costado derecho juegue mal, sino que a veces no impone el mismo ritmo. No lanza los centros que lanza Blanco. Y no llega al arco como llega Zenón, a esta altura un hallazgo y un acierto de la dirigencia que encabeza Juan Román Riquelme. 

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Podría ser una contradicción, pero el fútbol es contradictorio y este Boca lleva esas contradicciones a la máxima expresión posible. ¿Qué es lo contradictorio? Que el gol de Cavani, un golazo de cabeza con una gran jugada previa, llegó por un toque exquisito de Medina, quien justamente juega del otro lado de Zenón: el derecho. Medina metió una pincelada por arriba y luego el uruguayo cabeceó por encima de Garzón, el arquero suplente que a los seis minutos del segundo tiempo había reemplazado a Marchiori, quien salió lesionado. 

La Bombonera estalló y el partido se hizo incluso más entretenido que en la primera parte, porque Vélez se soltó y Thiago Fernández se iluminó. El pibe tuvo una participación decisiva en la jugada más peligrosa: un tiro cruzado de Braian Romero que atajó el otro Romero, Chiquito.   

Vélez, de repente, apuró y apretó, pero todo duró un ratito. Luego de esa zozobra, Boca se paró mejor, dejó de regalar pelotas en zonas frágiles y se abroqueló atrás para defender el triunfo y apostar eventualmente a una contra, como la del tiro libre de Zenón que atajó en el final el arquero Garzón.

El final fue una batalla propia de tiempos de VAR. Casi una batalla campal, con Cavani expulsado por un supuesto codazo (que, en rigor, no lo fue, aunque luego mereció la roja porque fue a pegarle a Ordóñez, mal expulsado por Echenique). Y un tiro de Gómez que Romero salvó en el último segundo. Como para validar lo que escribíamos en el principio: este Boca a veces gana, pero siempre sufre.

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