Jugar. Una palabra que engloba tantas sensaciones y emociones. Ella jugaba, ellas jugaban. En nuestra historia hay juegos de diversas maneras, y hay risas y promesas; hay una niña y una madre. En este relato el jugar es una manera de vivir y creer, más allá de las distintas dificultades que la realidad presenta. Jugar, qué hermosa palabra. Y allí están: Sofia y Sacha, cada una en su lugar, jugando. Y ellas son las protagonistas de este momento, un instante de esos que obsequia el fútbol femenino de la Liga Cordobesa.
Sucedió el sábado pasado. Se estaba jugando el partido entre el Club El Carmen, de Montecristo, ante Racing de Nueva Italia. Sofía Muñoz daba pases, corría y estaba concentrada en el juego; pero de reojo miraba al banco de suplentes donde su hija Sasha, de 3 años, estaba jugando. Su pareja –Lautaro – estaba trabajando, y por esa razón Sofía había llevado a su pequeña a que la acompañara a la cancha. La futbolista jugaba en el terreno de juego; y Sacha jugaba en el banco de suplentes.
En un momento la niñita se mojó por accidente y la mamá que estaba enfocada en que su equipo continuara liderando el torneo, notó que algo pasaba en el banco de suplentes.
«La foto es mi memoria»
El fútbol de los barrios, el fútbol femenino, el fútbol apasionado, el fútbol del disfrute, el fútbol como juego, el fútbol como disparador de historias. Sofía no dudó y pidió permiso para retirarse. Se acercó al banco de suplentes, le preguntó a su pequeña si estaba bien, y la cambió, le puso ropa seca, para evitar que se enfermara o pase frío. Un gesto que Anita Cámara retrató en la imagen que acompaña esta nota y que los colegas de Cronómetro en cero difundieron. Una imagen llena de ternura, de maternidad, de fútbol… de vida.
No hagas más lío que tenemos que terminar de jugar, le dijo Sofía a Sacha, con una sonrisa, mientras le acomodaba la ropa.
¿Vamos ganando?, preguntó con ojos picarones la pequeña, y su mamá no aguantó la ocurrencia: Sí, sacha, vamos ganando, le respondió alegre. Pero Sacha tenía preparada una inocente arenga que enterneció a todos los que presenciaban la escena.
¡Vamos, Mami, a ganar! Ya no me mojo más.
En esa cancha de tierra, entre gritos y botines gastados, Sofía volvió al partido con el barro en las medias y la calma en el corazón, sabiendo que jugar también es cuidar. En el fútbol femenino, muchas veces se corre por el gol, pero siempre se juega por amor.