Huracán demostró que está vivo y que el efecto “clásico” le generó una reacción positiva. El Globo lo resolvió desde una sólida gestión colectiva; los dos goles de Abregú y la tarea de Facundo Araya, un defensa que fue pieza clave en el ataque. Saavedra resistió hasta dónde pudo, pero terminó con nueve hombres por la expulsión de Elorrieta y la salida de Barrientos, golpeado y con cambios agotados.
En el Globo la bajada de línea estuvo clara: el partido no daba para distracciones y era necesario resolverlo, dando una imagen convincente. El primer tiempo se hundió en el vértigo, con dos equipos preocupados por la propuesta ajena que tuvieron distintos niveles de contundencia.
Saavedra falló la mejor que tuvo, una entrada de Marchant que inevitablemente se metió y al revés, Nicolás Abregú pescó una contra cedida a espaldas de los defensores locales y no falló en la ejecución, sutil y fina sobre la salida de Arias.
En éste pasaje, el Parque intentó por todos los caminos con Juan Ignacio Barrientos centralizado en el ataque y con Videla intentando por afuera, pero en todos los casos, el fondo de Huracán se encargó de dar garantías.
En el complemento, el Globo pareció multiplicarse desde el compromiso. Defendió siempre con firmeza; intentó que la pelota fluya a través de sus volantes y volvió a ser eficaz a la hora de resolver. Araya, un pulmón que nunca dejó de despegar por su andarivel; llegó hasta el fondo y asistió a Abregú que ejecutó en velocidad para decorar una acción digna del manual de los laterales.
El 2-0 pareció darle el control de las acciones a la visita; creció Barrera y Chacón se afirmó en la tarea de cinco posicional, administrador de los tiempos con Biasussi y Zalazar desactivando todas las posibles bombas.
El local dio la sensación de desgastarse rápido. Los relevos no le dieron reacción y Barrientos, su pieza más destacada, terminó siendo absorbido por la marca. La sensación fue que Huracán no ejerció en la cancha, la ley del ex y que, además, esto lo llevó a redoblarse desde la motivación con un partido que se terminó simplificando con un tiro libre sutil de Facundo Araya, completando con un gol, una tarde que fue inspirada.
Saavedra no solamente lo perdió, sino que no encontró nunca las respuestas; no pudo apoyarse en sus individualidades y terminó bloqueado por la impotencia cuando Bruno Elorrieta golpeó a Barrera y debió irse expulsado. La salida de “Juani” Barrientos, cansado y al límite, cuando la cuota de cambios ya estaba agotada, hizo que el equipo de Antognoli lo terminara con dos piezas menos. Hubo cuestionamientos para el DT y reproches para los jugadores en un clima poco apto para el análisis. Es que Huracán parece enfocado en su objetivo; demostró que no negocia su actitud y mucho menos después de perder su invicto ante su rival clásico.