River ganó algo más que el Superclásico. Más allá de los merecimientos que exhibió para superar a un Boca que mostró dudas y ataduras en su visita al Monumental al equipo de Marcelo Gallardo este triunfo le sirve para reafirmar su levantada de los últimos partidos y para demostrarles a todos que es un serio candidato en el torneo local y en la Copa Libertadores. Se sabe que la confianza siempre cotiza alto.
Si en algún momento, producto de la irregularidad reflejada en varios empates sucesivos habían surgido cuestionamientos para el Muñeco, lentamente van quedando atrás. Porque aparecieron los goles que antes llegaban en cuentagotas. Porque el pibe Franco Mastantuono deslumbra, pese a su juventud. Porque a Enzo Pérez no se le notan sus 39 años, en un sector de la cancha en el que se requiere despliegue, quite y ubicación. Porque Sebastián Driussi abandonó la sequía y se amigó con la red y con la pelota. Porque Franco Armani sigue siendo garantía cuando la mano no viene bien para desplegar todo su repertorio de atajadas.
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Esta vez River se impuso de arco a arco. Desde la desfachatez del pibe de 17 años que colgó un tiro libre precioso desde lejos en un ángulo hasta ese veterano que defiende los tres palos con sobriedad y elasticidad como lo demostró en tiempo de descuento para taparle ese cabezazo a Ayrton Costa que hizo transpirar a los hinchas millonarios.
El partido estuvo a la altura de los mejores cruces entre River y Boca. Aunque los dos ya estaban clasificados para la fase decisiva del Apertura dejaron todo. Con mejor juego en el primer tiempo de un equipo voraz, movedizo, ambicioso y ante un rival que no supo disimular sus temores. La línea de 5 que imaginó Fernando Gago con la intención de controlar a los atacantes rivales no funcionó aceitadamente. Por eso se vio desbordado en varias ocasiones. ¿Otra vez apareció el karma de los partidos decisivos para el técnico xeneize?
Los cambios mejoraron la prestación de Boca en el segundo tiempo. Aunque pasó algún sofocón en defensa, tuvo mayor control del desarrollo y se aproximó con algo más de peligro a un Armani sin fisuras. Pero no fue suficiente. Ahora la semana no le será fácil con una derrota que reavivará debates como que la continuidad del entrenador se debe analizar fecha tras fecha.
River recuperó la confianza y buena parte de su fútbol, dos atributos que le exigían sus fanáticos por la calidad de los refuerzos que sumó este año. De a poco se afirma y crece. Boca quedó envuelto en incógnitas.