Los problemas no se detienen, y la escasa precipitación de los últimos años ha llevado a que se multipliquen los ámbitos que van quedando afuera del circuito de los pescadores. La alta evaporación que se produce en el verano, lluvias insignificantes y un acumulado tiempo con registros bajos han producido un importante daño ambiental que deja a muchísimas familias sin fuentes de ingreso. Desde proveedores de carnadas a concesionarios y personal de los distintos espejos, pasando por decenas de personas que viven de la pesca artesanal en ciertas lagunas. Tal como pasa en La Picasa, una otrora gigante masa de agua de la provincia de Santa Fe que atraviesa una de las peores crisis ambientales de los últimos años.
Ubicada en el sur de la provincia, la laguna La Picasa es un importante ecosistema que alberga diversas especies de peces y aves. Sin embargo, en los últimos meses, la falta de lluvias y la disminución del caudal han reducido drásticamente su nivel. Como consecuencia, miles de peces han muerto, lo que genera un fuerte impacto en la biodiversidad de la zona. Este también es un duro golpe a la economía regional, ya que las familias que dependen de la pesca artesanal han quedado sin trabajo de un día para otro. Según señala el portal de El Litoral, el sector pesquero no sólo enfrenta la falta de recursos naturales, sino que también debe lidiar con la incertidumbre sobre cuánto tiempo durará esta crisis y si habrá medidas oficiales para ayudar a los damnificados.
La laguna tiene partes que dan a distintas localidades. San Gregorio, Diego de Alvear y Aarón Castellanos son las más afectadas. “Estamos tratando de sobrellevarlo. La laguna comenzó a bajar el nivel del agua con el bombeo sur y los grandes calores mató todo el pejerrey, así que nos quedamos sin trabajo de un día para otro”, precisó Jesús Molina, pescador de la localidad de San Gregorio. En este marco, agregó que “estamos complicados. Ahora más o menos empezamos a tener trabajo de parte de la comuna de San Gregorio. Pero en Diego de Alvear y Aarón Castellanos están muy complicados, y no tienen ayuda de ningún lado. Son muchas las familias que se quedaron sin trabajo”. Según cuenta Jesús el nivel de la laguna “comenzó a bajar hace más de un año cuando habilitaron el bombeo sur. Después clausuraron los canales clandestinos que venían de Córdoba. Los productores reclaman sus tierras. Y ahora van a habilitar el bombeo norte”. En San Gregorio “no somos muchos los pescadores comerciales, pero en Diego de Alvear, como en Aarón Castellanos, todo el pueblo vive en la laguna, y se encuentran muy complicados. En nuestro caso hubo respuesta de la provincia y de la comuna, para conseguirnos ayuda y trabajo”, añadió Jesús. En el caso de Diego de Alvear, el pueblo cuenta con 2.000 habitantes, y son más de 150 las familias que dependen directa e indirectamente de la pesca. El golpe también se sintió y la crisis evidencia tanto la fragilidad del ecosistema como la dependencia de muchas familias de los recursos naturales.
La Picasa siempre da que hablar, ya sea por la buena pesca o por la ausencia de peces. También lo fue por las rispideces entre los distintos protagonistas, con planteos diferentes desde cada localidad lindante a la laguna. Lo cierto es que, en el último tiempo, estos destinos pasaron de ser un pueblo turístico a volver a ser un pago rural. Las economías se resienten cada día que pasa. Ya los almacenes no se llenan de pescadores, las estaciones de servicio no tienen colas de autos con la caña en el baúl ni los alojamientos están colmados. El pejerrey no está y eso se nota. Ojalá que, cuando la naturaleza lo permita, lo antes posible, vuelva a ser opción de pesca y se lo cuide como corresponde, entendiéndose entre todos los actores que forman parte de sus tierras y se aproveche el recurso como corresponde.
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