Norma Bernandín ya no compra una caja de chayotes, sino un par de kilos que expone de manera discreta en una esquina de su local en el mercado Cuauhtémoc. La hortaliza que se consume en gran variedad de sopas en México pasó de costar 20 pesos por kilo a 100 pesos en cuestión de semanas. Ahora Norma exhibe solo unas cuantas junto al resto de las frutas y verduras, dice que eso refleja el cambio de precio y hace que la gente acepte el incremento con más facilidad.

La inflación aumenta y se coloca en 4,78% en junio, su mayor nivel en lo que va de 2024, sin embargo, se trata de un repunte después de meses de descenso. La última vez que la inflación tuvo ese nivel fue en junio de 2023 y aún así había estado en bajada desde agosto de 2022, cuando llego a subir al 8,77%. Esto ha disparado el precio de muchas frutas y verduras. Los productos que más incrementaron sus precios fueron el chayote, con una subida del 128,5%, con un precio promedio de 104,4 pesos por kilo. Le siguió la naranja, con un aumento del 31,3% y un precio promedio de 37 pesos por kilo, el aguacate subió un 17,6%, con un precio promedio de 97,8 pesos por kilo, y el plátano registró un aumento del 13,9%, situándose en un precio promedio de 33 pesos por kilo, al hacer un promedio de costos en distintos locales de la zona centro de la Ciudad de México.

aguacates de michoacan
Un hombre trabaja en la cosecha de aguacates en una finca, el 28 de junio en Uruapan (Estado de Michoacán).Juan José Estrada Serafín (CUARTOSCURO)

Mejor compren latas

Luis Gómez, de 62 años, paga 1.500 por una caja con 20 kilos de chayote. Él lo vende a 100 pesos, llevándose una ganancia de solo 500 pesos en los tres días que tarda en venderlo. “Ahorita que tenemos un super peso y con estos precios no alcanza para nada”, se queja al contar que la inflación le afecta en casi todos los productos que vende. Cuenta que el chícharo subió casi cuatro veces su precio normal, de 40 pesos a 150 por kilo. Luis señala al puesto de productos enlatados frente a su negocio, “la gente prefiere comprar puré en lata, yo mismo les digo que lo compren”, dice acerca del jitomate, que ahora vende en 30 pesos por kilo en vez de los 15 pesos de hace unas semanas, y que en su local ya se muestra maduro, a unos días de empezar a pudrirse.

El incremento de precios ha cambiado el paisaje y el sabor en los puestos de la calle. La salsa ya no pica tanto, pero no es por la gentrificación para complacer paladares extranjeros, sino porque el chile es más costoso. También se nota la ausencia de la salsa roja, cuya base son los jitomates. En algunas taquerías se ofrece mucho menos a comparación de la verde y en otras simplemente no la sirven. La cebolla y el cilantro suelen compartir un gran contenedor donde el taquero toma la misma cantidad para cada taco, pero ahora está lleno de cebolla con unos pequeños puntos verdes, el pequeño manojo de cilantro que costean para disfrazar su ausencia. “Eso es lo que le ponemos de cilantro, y si se cae al piso, lo llevamos a empeñar al Monte de Piedad”, dice Luis Muñiz, de 48 años, que vio el precio del cilantro elevarse hasta costar 400 pesos por kilo en los últimos meses.

Una parcela inundada en Campeche, el 19 de junio.
Una parcela inundada en Campeche, el 19 de junio.Michael Balam Chan (CUARTOSCURO)

Subir los precios no es opción

A pesar de la inflación, muchos saben que perder clientes sale más caro que subir los precios, por lo que aguantan cuanto pueden. Jorge Videles, de 53 años, es mesero en la lonchería y taquería Acuario, que sirve desayunos y comidas. Aunque dice que no sabe cuánto han subido los precios de los productos para el restaurante, lo puede notar cuando en las sopas dejan de usar chayote y lo sustituyen por zanahoria, calabaza y papa, o cuando dejan de preparar platillos con cilantro, que puede cambiar el sazón, pero evita que suban los precios. Jorge cuenta que los clientes exigen el precio que ven en el menú, y que incluso si los cubren con cinta y escriben sobre ellos, muchos raspan hasta llegar al plástico y exigir ese precio. “Tenemos que mantenerlos, porque es lo que dice el menú, ¿y sabes cuánto cuesta cambiarlos?”

Trinidad Gonzalez, de 62 años, tiene un puesto de jugos donde ha mantenido el precio de un litro de jugo de naranja a 35 pesos, aunque ahora él compra el kilo al doble de lo que le costaba hace unas semanas. Cuando intentó subir 10 pesos el precio del litro de jugo de naranja, la gente se quejó y dejó de comprarlo, por lo que ahora considera dejar de venderlo hasta que su valor baje. Junto al puesto de Trinidad, Ana Reyes vende tortas, quesadillas, chilaquiles y más comida mexicana donde el aguacate es esencial. Antes compraba el kilo de aguacate a 15 pesos y ahora lo consigue en 80 o 100 pesos, pero a pesar de eso no ha subido los precios, “en cuanto los subes, la gente deja de venir”.

Hay excepciones a la regla, otros sí han subido los precios y han logrado mantener la misma cantidad de clientes. Aldo Rodríguez tiene un puesto de frutas en el cruce de las avenidas Monterrey e Insurgentes. Pasó de pagar 7 pesos por kilo de naranja a 39, por lo que cambió el precio de su artículo más vendido; medio litro de jugo de naranja, de 20 a 50 pesos. Dice que la gente reclama por el incremento, pero que al final siguen consumiendo.

Entre la expectativa y la resignación, los locatarios cuentan que debido a la falta de lluvia o al exceso de la misma, hay productos como el cilantro que han subido su precio y esperan que en dos o tres meses los precios regresen a la normalidad. Por ahora, la temporada de mango ayuda, pero de nuevo las lluvias complican las cosas, “¿a quién se le antoja un mango con estas lluvias?”, comenta Aldo.

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