El estreno de Anatomía de Grey, hace casi 20 años, supuso todo un soplo de frescura en la televisión. Un drama médico lleno de jóvenes talentos en una serie que mezclaba lo profesional y lo personal y que se convirtió en un clásico instantáneo. Sin embargo, en pocos años los problemas empezaron a aflorar a la superficie. Hubo acusaciones de homofobia, de racismo, de maltrato laboral, de mal ambiente entre el reparto… Algunos actores se marcharon, y no todos ellos lo hicieron en los mejores términos. Es lo que ocurrió con Katherine Heigl, cuyo personaje, el de la doctora Izzie Stevens, era uno de los favoritos del público, pero desapareció en la sexta temporada, en el año 2010. Durante este tiempo, Heigl, de 45 años, ha ido explicando algunos detalles que la llevaron a salir del drama hospitalario, y ahora se ha sentado a charlar con la también actriz Shannen Doherty (que, a su vez, salió de no muy buenas formas de la serie Embrujadas, de la que fue despedida en su tercera temporada) acerca de las dificultades de alzar la voz siendo mujer y de qué pasó aquella vez en la que tuvo una muy criticada ausencia de nominación al Emmy por decisión propia.

Desde que arranca la conversación en el pódcast Let’s Be Clear, han tratado de explicar qué pasó en aquellos premios Emmy de 2008, cuando supuestamente Heigl le dijo no a la opción del premio, tal y como le deja ver Doherty. “La verdad, no conozco a nadie más que tú que rechazara una nominación al Emmy”, le dice la actriz de Embrujadas a la también protagonista de películas como 27 vestidos o Lío embarazoso. “Bueno, no lo hice”, explica Heigl, “y todo el mundo sigue diciendo que lo rechacé”. Entonces la intérprete pasa a explicar que en realidad no rechazó la nominación, sino que decidió desde el principio no estar nominada. “Ya sabes, tienes que mandarlo tú”, explica, sobre el hecho de que para lograr la nominación al Emmy hay que postularse personalmente. “Tienes que enviar tu trabajo y luego deliberan y deciden si te nominan. Y simplemente no mandé mi trabajo ese año”, reconoce. La cuestión es que no solo no mandó su trabajo, sino que lo hizo porque no se sentía orgullosa de su papel en esa temporada… y además lo dijo públicamente. “Mi madre y yo hablábamos de esto hace poco. No tenía que haber dicho nada. Tenía que haber dicho: ‘¡Anda, se me olvidó!’, porque eso creo una vorágine innecesaria”, rememora. “Estaba tratando de ser algo mordaz sobre el material que me dieron ese año, pero es que no me sentía bien con él. No creí que tuviera nada que me garantizara ni siquiera la nominación. Simplemente, no estaba orgullosa de mi trabajo. Ya sabes, nunca sería tan atrevida o tan arrogante como para rechazar una nominación. La habría aceptado. Lo hice a mi manera“, comenta la actriz durante la charla. “Estaba tratando de ser honrada. Imagino que intentaba tener algo de integridad. No trataba de ser una imbécil”.

Aquello generó un inmenso malestar con Heigl por parte del equipo de la serie. Más cuando en 2007 se había convertido en la ganadora de un Emmy, imponiéndose a sus compañeras Sandra Oh y Chandra Wilson (las doctoras Yang y Bailey), y también a Aida Turturro y Lorreine Braco (de Los Soprano) y a Rachel Griffiths (Cinco hermanos). Fue en junio de 2008 cuando Heigl anunció en un comunicado que se bajaba de la carrera del Emmy: “No considero que esta temporada tenga el material que garantice una nominación”, dijo por aquel entonces. Algunas fuentes anónimas de la serie filtraron entonces a la prensa especializada que desde la producción se había acomodado el calendario de grabaciones para poder acomodarse a los rodajes de las películas que por entonces ya empezaba a grabar la actriz, y que se tomaban su comentario como “una bofetada desagradecida en toda la cara hacia los guionistas que le hicieron ganar un Emmy”. En estos 20 años, la serie ha recibido 39 nominaciones pero solo cinco premios, siendo este el único para una de sus protagonistas.

Además, esas críticas se unieron a que otras que había realizado la actriz, que en 2007 trató de pedir una mejora salarial fuera de contrato; entonecs, la cadena ABC llegó a enviar un comunicado expresando su sorpresa y explicando que ya le habían mejorado el sueldo. La actriz también se quejó, de manera pionera, de los terribles horarios de grabación de la serie, con 17 horas diarias. Hace un par de años su coprotagonista, Ellen Pompeo, reconoció que “tenía la razón al 100%”: “Si lo hubiera dicho hoy, sería una absoluta heroína. Pero fue una adelantada a su tiempo. Hizo una declaración sobre esos horarios locos y, venga, claro, vayamos todos a hacer polvo a una mujer y llamémosla desagradecida”. Entre calificativos de complicada y quejica, finalmente, después de 120 capítulos y seis temporadas, la doctora Stevens se marchó en 2010 para no volver.

Katherine Heigl (izquierda), justo a Justin Chambers, en un capítulo de Anatomía de Grey.
Katherine Heigl (izquierda), justo a Justin Chambers, en un capítulo de Anatomía de Grey.

Doherty argumenta que, si hubiera sido un hombre quien hubiera tomado esa decisión de no postularse al Emmy, “todo el mundo diría, ‘¡Oh, qué honrado es!’, pero que al ser mujer era medida con otro rasero, y que en la industria del entretenimiento a muchas mujeres que deciden decir que no o atenerse a la verdad se las tacha de arrogantes o difíciles. La actriz de Sensación de vivir explica que ella ha pasado por ahí, y que ha sido despedida por alzar la voz en alguna ocasión, como en Embrujadas, cuando salió por la puerta de atrás en la tercera temporada. “Miro atrás y no, nunca les han gustado las mujeres muy fuertes. Les gusta que sepan su lugar. Muchas veces, en la empresa de Aaron Spelling, me decían: ‘Calladita y en tus marcas’. Y yo respondía: ‘Espera, no me pagáis lo suficiente como para esto, si me queréis callada y sin opinión, pagadme mucho más”.

Heigl afirma que para ella tampoco ha sido fácil y que le ha costado años salir de ese papel de supuesta amabilidad y benevolencia que se le presuponía; de hecho, explica que cuando empezó la serie ella era muy parecida a Izzie, el personaje al que interpretaba, “muy insegura, pero con mucha lucha dentro”, e incapaz de decir que no en muchas ocasiones. “Cuando estaba en mi treintena, como de los 35 a los 40, intenté ser tan tranquila y correcta y dulce, tratando de desaparecer tanto como fuera posible, y aun así no funcionaba. Así que, no sé, llegué a los cuarenta y dije: ‘Que le den‘. La vida es demasiado corta y yo, como tú dices, solo quiero serme fiel a mí misma. No trato de hacer que nadie se sienta mal, ni de intimidar, ni de molestar, ni de herir los sentimientos de nadie. No es mi intención. Seguro que en alguna ocasión lo he hecho, por error o accidente, pero lo intentaré. Tampoco me gusta que me acosen, y no tengo una reacción muy calmada, racional, ante eso. Tiendo a sacar los guantes de boxeo”. Eso sí, explica que con el tiempo ha aprendido ciertas lecciones, a que hay “cosas que pueden quedarse tras una puerta cerrada”, pero otras en las que seguirá siendo muy clara, “alzando la voz y gritando las consecuencias”. “Hollywood es complicado. Estoy segura de que muchas industrias lo son, pero esta no es un juego.

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *