Andrés Matonte es uruguayo y tiene 36 años. Es profesor de educación física y en el 2022 fue a juicio por presuntos ilícitos financieros, en una causa que no prosperó. Está casado con Adela Sánchez, juez de línea, y en esa casa debe hablarse todo el día de fútbol y reglamentos. Algo parecido a lo que aconteció en Chile entero después de ver su trabajo en el partido de Copa América frente a Argentina, el campeón vigente, que terminó con ventaja mínima para la albiceleste con gol anotado por Lautaro Martínez en el minuto 87.

Las críticas generalizadas, como en los viejos tiempos, son por tres jugadas puntuales. Un claro penal de Cristián Romero sobre Víctor Dávila por un manotazo en el área que no fue revisado siquiera por el VAR. Un pisotón de De Paul en contra de Gabriel Suazo y, por último, una evidente falta previa al agónico gol que también quedó sin sanción. Pese a la evidente superioridad de los campeones del mundo en el primer período, el alza de La Roja en el segundo alcanzó para ilusionar, sobre todo después de dos tiros de Rodrigo Echeverría que obligaron a actuar a Emiliano Martínez.

Una ilusión que se veía esquiva tras el opaco debut ante Perú, pero que renació con un esquema que intentaba neutralizar a Lionel Messi y cerrar los espacios. Una vez conseguido ese objetivo, los dirigidos de Gareca se animaron a salir del fondo. La derrota obliga a los chilenos a vencer el próximo sábado a Canadá para alcanzar la segunda fase, una meta que han logrado de manera consecutiva desde el 2004.

El partido, disputado en el Metlife de New Jersey, se jugó ocho años después de la final donde Lionel Messi, con lágrimas en los ojos, anunciaba su retiro de la selección, frustrado por haber perdió el penal en la final. Marcó el paulatino declive de Chile —que no clasificó a dos mundiales consecutivos— y la arrasadora irrupción de la albiceleste, que ganó todo lo que se le puso por delante de la mano de Lionel Scaloni.

Esa disímil realidad quedó clara en el terreno de juego, donde los recaudos de Chile fueron evidentes para contrarrestar la dinámica y funcionamiento del rival. Que se verán las caras nuevamente el próximo 5 de septiembre cuando se reanuden las clasificatorias a la Copa del Mundo del 2026.

Por eso, tras el pitazo final del uruguayo Matonte, todas las quejas de la prensa y los hinchas chilenos volvieron a dirigirse al juez del encuentro. La sensación de que la FIFA y la Conmebol privilegian a Messi en una Copa que parece diseñada para él —la final se jugará en Miami, su actual estación— nublaron la mirada imparcial a un juego que ilusionó, pero que estuvo lejos de ser parejo. Y que se definió por un par de detalles, de aquellos que alimentan la polémica.

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